Mariana era una niña caprichosa y engreída. Creía tener derecho a todo lo que se le antojaba. Le perteneciera o no. También creía ser la más hermosa, la más inteligente, la mejor de todas las niñas. Por esa razón pensaba que todos deseaban estar con ella, jugar con ella y pasar el tiempo con ella. Y por esa razón debían estar sumamente agradecidos. También podía contestar de mal modo sin pedir disculpas o burlarse de los demás sin medir las consecuencias. Como cuando uno de sus amigos se cayó y ella en lugar de ayudarlo se largó a reír. Un hada que pasó justamente y vio lo que sucedía, decidió darle una lección. Mariana debería aprender las palabras mágicas. El hada tocó a sus amigos con su varita y ellos rapidamente se cansaron de su actitud veleidosa y pizpireta, y decidieron no salir más a la vereda. Se quedaron jugando detrás de la reja en el jardín de su casa. Mariana salió y no los vio. Le llamó la atención que no pasaran a buscarla. Justo a ella que garantizaba la diversión y ahora tenía una nueva bicicleta color rosa tornasol. ¡Qué tontos! Pensó. Y Salió a dar vueltas alrededor de la manzana. Al pasar por la reja vio a todos sus amigos disfrutando bajo un árbol.
Entonces les dijo-¡Tengo una bicicleta nueva! Pero los amigos no la escucharon. Gritó más fuerte-¡Ey, Aquí estoy yo! pero los amigos parecían estar sordos. Volvió preocupada a su casa, y le pidió a su mamá una muñeca nueva.-Quiero una muñeca Barbie vestida de playa. El Hada también tocó con su varita a sus padres. Pero si tienes veinte muñecas. Juega con esas. Respondió la madre.
Ya te dije que quiero una vestida de playa. Pues no. Dijo la madre por primera vez, ya que nunca le había negado nada. Mariana se pescó una rabieta, se tiró al piso pataleando y gritando. Pero su madre hizo oídos sordos hasta que se calmó. Se encerró en su habitación a estudiar la lección para el día siguiente. La aprendió a la perfección para dejar a todos boquiabiertos. Pero el Hada madrina, también sacudió su varita sobre la maestra y los compañeros. Cuando llegó el momento de tomar la lección, la maestra pidió que levantaran las manos y Mariana la levantó rápidamente al grito de –¡Yo, yo, yo! La maestra, parecía no verla ni escucharla. Todos los que levantaron la mano, dieron su lección, menos Mariana que se revolvía de rabia en su pupitre. Volvió a su casa muy triste. Jamás le había pasado algo así. Y no sabía como hacer para revertir esta dificultad. Pensó y pensó sin encontrar la solución del problema que la afectaba. Mientras dormía el Hada se le apareció en sus sueños y le enseñó la importancia de las palabras mágicas:
¨PERDÓN¨, ¨POR FAVOR¨ Y ¨GRACIAS¨.
¨PERDÓN¨, ¨POR FAVOR¨ Y ¨GRACIAS¨.
Al día siguiente Mariana le pidió PERDON a su mamá por la rabieta y le dio las GRACIAS por la nueva bicicleta. Fue a visitar a sus amigos y les pidió POR FAVOR que abrieran la reja para jugar con ellos, y sus amigos la dejaron pasar.Luego les dio las GRACIAS por invitarla. Luego le pidió PERDON a uno de sus amigos por haberse reído cuando se cayó dolorido en la vereda, Y él la perdonó. En el colegio, pidió POR FAVOR que le permitieran dar su lección y la maestra la felicitó.
Fuente: http://www.todopapas.com/cuentos/amor/las-palabras-magicas-13
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