domingo, 22 de mayo de 2011

El bosque de la moda

Había una vez un bosque en que todos sus animales vivían en armonía felices y contentos. Un día, una familia fue a pasar el día al campo, y uno de los niños olvidó sus calcetines. Un mapache pasó por allí al poco de irse la gente, encontró los calcetines y decidió probárselos. Le quedaron tan bien y le hicieron tanta gracia, que ya no se los quitó, y empezó a pasear todo el día con ellos por el bosque. Todos los animales hablaban del nuevo aspecto del mapache, y algunos sintieron cierta envidia al ver que se convertía en el centro de todas las miradas, así que en poco tiempo empezaron a aparecer por el bosque conejos ardillas con camiseta, conejos con botas, topos con gorra, y ¡hasta un pájaro en calzonzillos! El doctor oso, el médico del bosque, movía la cabeza diciendo a todos los que se cruzaba: "Eso no puede ser bueno. Los animales no llevamos ropa porque no nos hace falta", pero ninguno le hacía caso y todos le decían que era un anticuado y que no sabía ir a la moda. Pero no pasó mucho tiempo hasta que empezaron a verse las primeras consecuencias del furor por la moda en el bosque: la ardilla se enganchó la camiseta varias veces con la corteza de los árboles, quedándose a mitad del salto y cayendo desde gran altura; el topo trató de meterse en su madriguera sin quitarse la gorra, y se quedó atrapado a la entrada durante todo un día, y uno de los pájaros se lió las alas con la ropa que llevaba y aterrizó sobre unos cardos, llenándose de pinchos. Incluso el mapache, con sus radiantes calcetines, resbaló un día en una de las rocas del río y casi se ahoga. Cuando todos los accidentados pasaban por la conducta del doctor oso, a todos les recetaba la misma medicina: "Anda, quítate ese ropa, que un día te vas a matar". Según iban haciendo caso al doctor, dejaron de tener accidentes, y fue cuando se dieron cuenta de que ellos no necesitaban nada de eso, y que había sido una gran tontería hacer empezado a llevar ropa de moda sólo por la envidia y por lo que comentaran los demás.
Moraleja: Evitemos la envidia, aceptate tal como eres.
Fuente: http://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/el-bosque-de-la-moda

La Silla

Había una vez un chico llamado Ronald a quien le encantaba tener miles de amigos. Presumía muchísimo de todos los amigos que tenía en el colegio, y de que era muy amigo de todos. Su abuelo se le acercó un día y le dijo: Te apuesto un bolsón de palomitas a que no tienes tantos amigos como crees, Ronald. Seguro que muchos no son más que compañeros o cómplices de vuestras fechorías. Ronald aceptó la apuesta sin dudarlo, pero como no sabía muy bien cómo probar que todos eran sus amigos, le preguntó a su abuela. Ésta respondió: Tengo justo lo que necesitas en el desván. Espera un momento. La abuela salió y al poco volvió como si llevara algo en la mano, pero Ronald no vio nada. Cógela. Es una silla muy especial. Como es invisible, es difícil sentarse, pero si la llevas al cole y consigues sentarte en ella, activarás su magia y podrás distingir a tus amigos del resto de compañeros. Ronald, valiente y decidido, tomó aquella extraña silla invisible y se fue con ella al colegio. Al llegar la hora del recreo, pidió a todos que hicieran un círculo y se puso en medio, con su silla. No se muevan, van a ver algo genial. Entonces se fue a sentar en la silla, pero como no la veía, falló y se cayó sentado. Todos se echaron unas buenas risas. Esperen, esperen, que no me ha salido bien - dijo mientras volvía a intentarlo. Pero volvió a fallar, provocando algunas caras de extrañeza, y las primeras burlas. Marió no se rindió, y siguió tratando de sentarse en la mágica silla de su abuela, pero no dejaba de caer al suelo... hasta que de pronto, una de las veces que fue a sentarse, no calló y se quedó en el aire. Y entonces, comprobó la magia de la que habló su abuela. Al mirar alrededor pudo ver a Jorge, Lucas y Diana, tres de sus mejores amigos, sujetándole para que no cayera, mientras muchos otros de quienes había pensado que eran sus amigos no hacían sino burlarse de él y disfrutar con cada una de sus caídas. Y ahí paró el numerito, y retirándose con sus tres verdaderos amigos, les explicó cómo sus ingeniosos abuelos se las habían apañado para enseñarle que los buenos amigos son aquellos que nos quieren y se preocupan por nosotros, y no cualquiera que pasa a nuestro lado, y menos aún quienes disfrutan con las cosas malas que nos pasan. Aquella tarde, los cuatro fueron a ver al abuelo para pagar la apuesta, y lo pasaron genial escuchando sus historias y tomando palomitas hasta reventar. Y desde entonces, muchas veces usaron la prueba de la silla, y cuantos la superaban resultaron ser amigos para toda la vida.
Moraleja: Solo los verdaderos amigos estan contigo y a tu lado.
Fuente: http://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/la-silla

sábado, 21 de mayo de 2011

Billetes del Cielo

Había una vez un niño enfermo llamado Abel. Tenía una grave y rara enfermedad, y todos los médicos aseguraban que no viviría mucho, aunque tampoco sabían decir cuánto. Pasaba largos días en el hospital, entristecido por no saber qué iba a pasar, hasta que un payaso que pasaba por allí y comprobó su tristeza se acercó a decirle: ¿Cómo se te ocurre estar así parado? ¿No te hablaron del Cielo de los niños enfermos?, Abel negó con la cabeza, pero siguió escuchando atento. Pues es el mejor lugar que se pueda imaginar, mucho mejor que el cielo de los papás o cualquier otra persona. Dicen que es así para compensar a los niños por haber estado enfermos. Pero para poder entrar tiene una condición.
¿Cuál? - preguntó interesado el niño. No puedes morirte sin haber llenado el saco.
¿El saco?. Sí, sí. El saco. Un saco grande y gris como este – dijo el payaso mientras sacaba uno bajo su chaqueta y se lo daba. - Has tenido suerte de que tuviera uno por aquí. Tienes que llenarlo de billetes para comprar tu entrada. ¿Billetes? Pues vaya. Yo no tengo dinero. No son billetes normales, chico. Son billetes especiales: billetes de buenas acciones; un papelito en el que debes escribir cada cosa buena que hagas. Por la noche un ángel revisa todos los papelitos, y cambia los que sean buenos por auténticos billetes de cielo. ¿De verdad?. ¡Pues claro! Pero date prisa en llenar el saco. Llevas mucho tiempo enfermo y no sabemos si te dará tiempo. Esta es una oportunidad única ¡Y no puedes morirte antes de llenarlo, sería una pena terrible! El payaso tenía bastante prisa, y cuando salió de la habitación Abel quedó pensativo, mirando el saco. Lo que le había contado su nuevo amigo parecía maravilloso, y no perdía nada por probar. Ese mismo día, cuando llegó su mamá a verle, él mostró la mejor de sus sonrisas, e hizo un esfuerzo por estar más alegre que de costumbre, pues sabía que aquello la hacía feliz. Después, cuando estuvo solo, escribió en un papel: “hoy sonreí para mamá”. Y lo echó al saco. A la mañana siguiente, nada más despertar, corrió a ver el saco ¡Allí estaba! ¡Un auténtico billete de cielo! Tenía un aspecto tan mágico y maravilloso, que el niño se llenó de ilusión, y el resto del día no dejó de hacer todo aquello que sabía que alegraba a los doctores y enfermeras, y se preocupó por acompañar a otros niños que se sentían más solos. Incluso contó chistes a su hermanito y tomó unos libros para estudiar un poquito. Y por cada una de aquellas cosas, echó su papelito al saco. Y así, cada día, el niñó despertaba con la ilusión de contar sus nuevos billetes de cielo, y conseguir muchos más. Se esforzaba cuanto podía, porque se había dado cuenta de que no servía el truco de juntar los billetes en el saco de cualquier manera: cada noche el ángel los colocaba de la forma en que menos ocupaban. Y Abel se veía obligado a seguir haciendo buenas obras a toda velocidad, con la esperanza de conseguir llenar el saco antes de ponerse demasiado enfermo...
Y aunque aún tuvo muchos días, nunca llegó a llenar el saco. Abel, que se había convertido en el niño más querido de todo el hospital, en el más alegre y servicial, terminó curando del todo. Nadie sabía cómo: unos decían que su alegría y su actitud tenían que haberle curado a la fuerza; otros estaban convencidos de que el personal del hospital le quería tanto, que dedicaban horas extra a tratar de encontrar alguna cura y darle los mejores cuidados; y algunos contaban que un par de ancianos millonarios a los que había animado mucho durante su enfermedad, habían pagado un costosísimo tratamiento experimental para él.
El caso es que todos decían la verdad, porque tal y como el payaso había visto ya muchas veces, sólo había que poner un poquito de cielo cada noche en su saco gris para que lo que parecía una vida que se apaga, fueran los mejores días de toda una vida, durase lo que durase.
Moraleja: Nunca pierdas la esperanza ni la ilusion. 

Fuente: http://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/billetes-de-cielo

Las Palabras Magicas

Mariana era una niña caprichosa y engreída. Creía tener derecho a todo lo que se le antojaba. Le perteneciera o no.  También creía ser la más hermosa, la más inteligente, la mejor de todas las niñas. Por esa razón pensaba que todos deseaban estar con ella, jugar con ella y pasar el tiempo con ella. Y por esa razón debían estar sumamente agradecidos. También podía contestar de mal modo sin pedir disculpas o burlarse de los demás sin medir las consecuencias. Como cuando uno de sus amigos se cayó y ella en lugar de ayudarlo se largó a reír. Un hada que pasó justamente y vio lo que sucedía, decidió darle una lección. Mariana debería aprender las palabras mágicas. El hada tocó a sus amigos con su varita y ellos rapidamente se cansaron de su actitud veleidosa y pizpireta, y decidieron no salir más a la vereda. Se quedaron jugando detrás de la reja en el jardín de su casa.  Mariana salió y no los vio. Le llamó la atención que no pasaran a buscarla. Justo a ella que garantizaba la diversión y ahora tenía una nueva bicicleta color rosa tornasol. ¡Qué tontos! Pensó. Y Salió a dar vueltas alrededor de la manzana. Al pasar por la reja vio a todos sus amigos disfrutando bajo un árbol.
Entonces les dijo-¡Tengo una bicicleta nueva! Pero los amigos no la escucharon. Gritó más fuerte-¡Ey, Aquí estoy yo! pero los amigos parecían estar sordos. Volvió preocupada a su casa, y le pidió a su mamá una muñeca nueva.-Quiero una muñeca Barbie vestida de playa. El Hada también tocó con su varita a sus padres.  Pero si tienes veinte muñecas. Juega con esas. Respondió la madre.
Ya te dije que quiero una vestida de playa.  Pues no. Dijo la madre por primera vez, ya que nunca le había negado nada.  Mariana se pescó una rabieta, se tiró al piso pataleando y gritando. Pero su madre hizo oídos sordos hasta que se calmó. Se encerró en su habitación a estudiar la lección para el día siguiente. La aprendió a la perfección para dejar a todos boquiabiertos. Pero el Hada madrina, también sacudió su varita sobre la maestra y los compañeros.  Cuando llegó el momento de tomar la lección, la maestra pidió que levantaran las manos y Mariana la levantó rápidamente al grito de –¡Yo, yo, yo!  La maestra, parecía no verla ni escucharla. Todos los que levantaron la mano, dieron su lección, menos Mariana que se revolvía de rabia en su pupitre. Volvió a su casa muy triste. Jamás le había pasado algo así. Y no sabía como hacer para revertir esta dificultad. Pensó y pensó sin encontrar la solución del problema que la afectaba. Mientras dormía el Hada se le apareció en sus sueños y le enseñó la importancia de las palabras mágicas:
¨PERDÓN¨, ¨POR FAVOR¨ Y ¨GRACIAS¨.
Al día siguiente Mariana le pidió PERDON a su mamá por la rabieta y le dio las GRACIAS por la nueva bicicleta. Fue a visitar a sus amigos y les pidió POR FAVOR que abrieran la reja para jugar con ellos, y sus amigos la dejaron pasar.Luego les dio las GRACIAS por invitarla. Luego le pidió PERDON a uno de sus amigos por haberse reído cuando se cayó dolorido en la vereda, Y él la perdonó. En el colegio, pidió POR FAVOR que le permitieran dar su lección y la maestra la felicitó. 
Fuente: http://www.todopapas.com/cuentos/amor/las-palabras-magicas-13

lunes, 9 de mayo de 2011

Mirando por la ventana

Había una vez un niño que cayó muy enfermo. Tenía que estar todo el día en la cama sin poder moverse. Como además los niños no podían acercarse, sufría mucho por ello, y empezó a dejar pasar los días triste y decaido, mirando el cielo a través de la ventana.
Pasó algún tiempo, cada vez más desanimado, hasta que un día vio una extraña sombra en la ventana: era un pingüino comiendo un bocata de chorizo, que entró a la habitación, le dio las buenas tardes, y se fue. El niño quedó muy extrañado, y aún no sabía qué habría sido aquello, cuando vio aparecer por la misma ventana un mono en pañales inflando un globo. Al principio el niño se preguntaba qué sería aquello, pero al poco, mientras seguían apareciendo personajes locos por aquella extraña ventana, ya no podía dejar de reír, al ver un cerdo tocando la pandereta, un elefante saltando en cama elástica, o un perro con gafas que sólo hablaba de política ...
Aunque por si no le creían no se lo contó a nadie, aquellos personajes teminaron alegrando el espíritu y el cuerpo del niño, y en muy poco tiempo este mejoró notablemente y pudo volver al colegio. Allí pudo hablar con todos sus amigos, contándoles las cosas tan raras que había visto. Entonces, mientras hablaba con su mejor amigo, vio asomar algo extraño en su mochila. Le preguntó qué era, y tanto le insistió, que finalmente pudo ver el contenido de la mochila:

¡¡allí estaban todos los disfraces que había utilizado su buen amigo para intentar alegrarle!!
Y desde entonces, nuestro niño nunca deja que nadie esté solo y sin sonreir un rato.
Moraleja: No estas solo, demuestra amistad y cariño.
Fuente: http://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/mirando-por-la-ventana

El no se equivoca

Hace mucho tiempo, en un reino distante, vivia un rey que no creia en la bondad de Dios. Tenia, sin embargo, un subdito que siempre le recordaba acerca de esa verdad. En todas las situaciones decia: "!Rey mio, no se desanime, porque todo lo que Dios hace es perfecto. El nunca se equivoca! "
Un dia el rey salio a cazar junto con su subdito, y una fiera de la jungla lo ataco.
El subdito consiguio matar al animal, pero no evito que su Majestad perdiese el dedo menique de la mano derecha. El rey, furioso por lo que habia ocurrido, y sin mostrar agradecimiento por los esfuerzos de su siervo para salvarle la vida, le pregunto a éste:
-"Y ahora, que me dices, Dios es bueno?, Si Dios fuese bueno yo no hubiera sido atacado, y no hubiera perdido mi dedo.“ El siervo respondio:
-"Rey mio, a pesar de todas esas cosas, solamente puedo decirle que Dios es bueno, y que quizas, perder un dedo, sea para su bien. Todo lo que Dios hace es perfecto. !El nunca se equivoca! " 

El rey, indignado con la respuesta del subdito, mando que fuese preso a la celda mas oscura y mas fetida del calabozo. Despues de algun tiempo, el rey salio nuevamente para cazar, y fue atacado, esta vez, por una tribu de indios que vivian en la selva. Estos indios eran temidos por todos, pues se sabia que hacian sacrificios humanos para sus dioses. Inmediatamente despues que capturaron al rey, comenzaron a preparar, llenos de jubilo, el ritual del sacrificio. Cuando ya tenian todo listo, y el rey estaba delante del altar, el sacerdote indigena, al examinar a la victima, observo furioso:
-"!Este hombre no puede ser sacrificado, pues es defectuoso!....!Le falta un dedo!”
Luego, el rey fue liberado. Al volver al palacio, muy alegre y aliviado, libero a su subdito y pidio que fuera a su presencia. Al ver a su siervo, lo abrazo afectuosamente diciendo:
-"!Querido, Dios fue realmente bueno conmigo! Tu debes haberte enterado que escape justamente porque no tenia uno de mis dedos.
Pero ahora tengo una gran duda en mi corazon: si Dios es tan bueno, por que permitio que estuvieses preso, tu que tanto lo defendiste?“
El siervo sonrio, y dijo: ... -"Rey mio, si yo hubiera estado junto con usted en esa caza, seguramente habria sido sacrificado en su lugar, !ya que no me falta ningun dedo!
Por lo tanto, acuerdese siempre:
Todo lo que Dios hace es perfecto.
!El nunca se equivoca! "

Moraleja: Las cosas pasan por que tienen que pasar  
Fuente: http://padrenuestro.net/cuentos/modules/smartsection/item.php?itemid=2526

sábado, 7 de mayo de 2011

La Envidia

Carol era una adolescente que tenia una hermana mayor Yuli, a Carol le gustaba molestarla, arruinaba todo lo que hacia le gustaba hacer la quedar en mal frente a sus padres, siempre la felicitaban por todos sus logros a Yuli sus padres. Un dia Carol arruino la maqueta que tanto trabajo le habia costado construir con tanto sacrificio a Yuli, Carol derramo pintura roja sobre la maqueta.
Llego el dia que tenia que presentar la maqueta, Yuli fue a traer la maqueta al verla comenzo a derramar lagrimas y rompio en llanto y se quedo muy triste al ver esto Carol se sintio culpable y fue entonces que comprendio que habia cometido un error, que se habia dejado llevar por la envidia que le tenia a su hermana desde ese dia ella comenzo a cambiar de actitud y comenzo a reinar un ambiente de paz en esa familia.

Moraleja: La envidia no discrimina la edad ni el sexo 
Fuente: Realizado por el autor del blog.